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Guías para escribir y misceláneas literarias

  • Foto del escritorAriana Riccio

Lecturas recomendadas (I)



lecturas ariana riccio
La lectura, ese placer que nos une más allá de las diferencias

Es menester decir que no creo en los consejos, en ningún orden de la vida. Por eso hablo de experiencias personales que, entiendo, pueden servir de punto de partida a otros para desarrollar las suyas.

Con ese espíritu comienzo este blog. Todos los textos que aparezcan aquí no son más que humildes guías para quienes estén interesados bien en escribir, bien en desarrollar cualquier actividad artística.

Una de las cosas que me gustaría compartir con las personas que lleguen a este espacio son lecturas que recomiendo para que todo el caudal artístico que muchos de nosotros encerramos pueda fluir.

El primer libro que recomiendo -y aplica a muchos oficios, no solo el de escribir- es "Zen en el arte del tiro con arco" de Eugen Herrigel.

Uno de mis autores favoritos es Maurice Merleau Ponty, quizá porque de manera intuitiva y desde la primera lectura sentí una conexión inmediata con muchas de las cosas que escribió.

Tiempo después leí el libro de Herrigel y los ecos de Merleau Ponty resonaron en ese libro, que va mucho más allá del arte de la técnica del tiro con arco.

Quien dispara una flecha, quien esculpe, quien dibuja, quien pinta, quien escribe, quien cocina, quien cabalga, quien conduce un auto. Todos tenemos un canal de expresión, que es nuestro cuerpo.

Nuestra mente, en tanto reguladora de las funciones de nuestro cuerpo, es imposible de abstraer de las funciones de la ecuación. Necesitamos de ella y por esa necesidad es que debemos adiestrarla para que se funda con el cuerpo, lo que conduce a la vivencia plena del "aquí y ahora" que no se agota en -ni se reduce a- temas espirituales sino que puede desplegar su potencial en temas más mundanos (aunque, en mi opinión, cualquier forma de arte tiene un fondo espiritual).

Para poder lograr eso, hay que trabajar -y mucho- sobre nuestro cuerpo. Un arquero deberá hacer una larga serie de ejercicios y alguien que desea escribir deberá teclear o anotar miles de frases hasta llegar a ese estado en que mente y cuerpo se funden y ya no es necesario pensar en nada. No en apuntar al arco ni en escribir aquello que pensamos que debemos escribir.

En ese momento se entra en el "flow". No sabemos si es nuestro cuerpo el que sostiene y relaja la tensión en el momento necesario para que la flecha inicie su curso. No sabemos si somos nosotros o nuestros personajes los que escriben la historia.

Llegar a ese momento es un camino muy personal y no hay garantías acerca de su duración y trayectoria. Pero, cuando lo alcanzamos, no hay necesidad de que nadie nos lo confirme. Lo sentimos con una certeza que supera cualquier gesto de aprobación externo. Que, llegado ese momento, resulta innecesario.

Para bajarlo un poco más a quienes desean escribir, el mensaje sería que dejen hablar a los personajes de la historia que desean contar, aunque su voz en principio les resulte incoherente o contradictoria.

Hay una fuerza superior en la maestría de cualquier arte, y no es externa. Reside en nosotros mismos. Por eso el zen dice que el arquero siempre apunta hacia sí.

Y es por eso que recomiendo -con fervor- la lectura de ese libro, aunque no les interese en absoluto la filosofía zen.


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