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Guías para escribir y misceláneas literarias

  • Foto del escritorAriana Riccio

Moodboard: por qué puede ser una fuente de inspiración en la creación literaria


Un moodboard —también conocido como panel de inspiración— es un mapa conceptual compuesto de elementos gráficos. Se trata de un collage cuyas partes están unidas por un hilo conductor que construye un sentido global a partir del diálogo e interacción entre ellas. Dado que el lenguaje predominante es el de la imagen, es una herramienta que se utiliza principalmente en disciplinas relacionadas con el diseño visual.


Pero ¿quién dijo que no puede utilizarse para otro tipo de diseños? Por ejemplo, en el tema que aquí nos ocupa, el diseño de personajes y argumentos.


Un abordaje literario del moodboard

Creo que es incorrecto atribuirle a la lectura un carácter exclusivamente visual. En primer lugar, porque aun quienes están privados del sentido de la vista pueden acceder a la lectura a través del tacto o del oído. Ambas modalidades de acceso a una historia invocan el espíritu corpóreo del texto, que no puede ser limitado al monopolio de la vista. Pero, más allá de eso, la lectura es el acto de relacionarse con una historia y esa conexión, cuando es feliz, se logra más allá de cual sea el sentido que nos haya permitido acceder a ella.


Por eso es que, dentro de la creación literaria, un moodboard puede usarse en distintos niveles. En el nivel más abstracto, puede utilizarse para plasmar de manera visual todo aquello que excede al sentido de la vista y conforma esa experiencia integral y sinestésica que es la lectura. La imagen es el elemento primordial, sí, pero está puesta al servicio de la integración de los sentidos.


Al comenzar a escribir, podemos no tener en claro más que un cierto número de hitos en el recorrido que trazarán los personajes de nuestra historia. Pero, por más vagas que sean esas decisiones —o intuiciones—, desde mi experiencia podría afirmar, con certeza casi absoluta, que si alguien nos preguntara a qué huele o cómo es la textura de aquello que deseamos contar, tendríamos alguna idea (al menos una idea) de qué responderle.


Podemos también hacer moodboards más concretos dedicados a cada tramo que podamos identificar como un bloque con características singulares y distintivas dentro de la historia, a cada capítulo o incluso a cada personaje. Un moodboard siempre tiene una idea directriz, y cada una de las imágenes que lo componen da cuenta de algún aspecto de esa idea y es un acercamiento al intento de definir algo que, antes de poder ser contado, debe poder ser aprehendido como un todo.


Se dice que si —y solo si— uno entiende algo, puede explicarlo. Aunque sea de manera (visualmente) fragmentada, a veces sin una aparente cohesión que integre partes en apariencia disímiles, ese conjunto de imágenes que es el moodboard es siempre, en absolutamente todos los casos, una explicación; una pre-historia de la historia en la que están contenidas todas sus fases de desarrollo. Tanto da si solo sus creadores somos quienes comprendemos esa explicación: al fin y al cabo, somos los únicos que debemos entenderla en la instancia de creación, donde todo es la potencialidad pura y justamente por eso necesita de nosotros para ponerle límites.


Así como uno de los encantos de la lectura es otorgar al lector el poder creador de conferir un sentido a todo a lo que accede a través de sus sentidos —incluidos los silencios y los espacios en blanco o sin relieve alguno—, del mismo modo quien crea un panel de las características descritas reconoce, con una humildad que los soberbios escritores tenemos a veces solo en esa instancia, que a la par de creador es el lector de su propia obra.


Frente al moodboard, los límites o los espacios en blanco que separan una imagen de otra son el material de lectura de su creador. En realidad, esos límites no son tales; son solo una trampa visual, al igual que los espacios blancos dentro de un texto.


Un moodboard es un ensayo de re-creación de aquello que sabemos que hemos vivido, pero ya no recordamos. Somos de alguna manera su historia, somos sus personajes, al menos durante ese espacio temporal en el que nos dedicamos a transmitir esa historia de una manera más o menos legible, más o menos verosímil, al público que pueda estar interesado en ella.


Un modboard es un ejercicio de reconocimiento, a veces investido de cierta elegancia y siempre determinado por criterios estéticos que exceden (pero forman parte vital de) nuestros quehaceres literarios, de la sombra que se origina en un texto cuando un lector le dirige la luz de su mirada.


Aplicaciones del moodboard en la escritura


Debo comenzar esta parte práctica del texto diciendo que considero al moodboard una herramienta muy versátil, porque —como se desprende del apartado anterior, el “teórico”— es aplicable a todos los ejes de la creación literaria, en todos sus niveles, sin importar lo “micro” o lo “macro” que sean. Asimismo, puede ser usada tanto por aquellos escritores intrépidos que se lanzan a la hoja en blanco con lo puesto y dejan que sea la corriente de sus aguas la que decida su rumbo, como por quienes se aventuran a navegar en ella en un barco bien provisto y con un itinerario definido.


A continuación, plantearé una serie de preguntas que pueden servir como punto de partida para la construcción de un moodboard. Sugiero que, si estás escribiendo una historia, intentes contestarlas una a una. Si sentís que te cuesta responder alguna, elaborar un moodboard puede contribuir a desbloquear ese punto en particular.


• ¿Podés imaginar cómo era la vida de tus personajes antes de que ocurriera la historia que los convoca en tu texto?

• ¿Y cómo será luego del final narrado en la obra?

• ¿Cómo describirías la trama central de tu texto? ¿Y las subtramas?

• ¿Cuál es el hilo conductor entre ellas?

• ¿Podrías describir la esencia de tu texto usando diez imágenes?

• ¿Qué cosas les gusta hacer a tus personajes, más allá de lo que está revelado en el texto? (si tenés dificultades con este punto, también podés leer este post sobre la construcción de personajes)

• ¿Con qué obras de arte (libros, pinturas, esculturas, obras arquitectónicas) pensás que se relaciona, aunque sea de manera lejana, tu texto?

• ¿Qué partes tuyas pensás que se ven de algún modo reflejadas en esa historia que estás contando o pretendés contar?

• ¿Con qué personajes y lugares públicos la asociarías, y por qué?

• Si tu historia fuera una casa, ¿qué elementos formarían parte de su decoración?

• Si tu historia fuera una paleta de texturas y colores, ¿qué elementos la compondrían?

• ¿Qué imágenes, sensaciones y sentimientos desearías evocar en sus lectores?

Espero que esas preguntas te generen respuestas que sean valiosas para tu historia pero, sobre todo, que a partir de ellas nazcan nuevas preguntas que te inspiren a seguir creando.


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